20090131

LA ESPERA QUE NO DESESPERA (fotografía análoga)

En Quito, los buses circulan entre las cuatro y media de la mañana hasta las diez y media de la noche aproximadamente. Miles de personas usan este servicio para transportarse de un lugar a otro en la capital. Las paradas ubicadas a lo largo de toda la ciudad, dicen que estratégicamente, son testigos de la espera de quienes van a algún lugar (casa, trabajo, escuela, colegio, universidad, fiesta, novia, centros comerciales, diligencias y tantos lugares a los que se puede ir)
Las rutas que circulan son innumerables, pues Quito ha tenido un gran crecimiento en los últimos años. Ahora, nadie puede definir hacia donde se dirige un quiteño si es que se lo ve en tal parada o subiéndose a determinada línea de bus. En estos espacios, los usuarios del transporte público se convierten en personas que toman la forma que quieren pero que esconde los datos de dónde vienen o a dónde van.
Las personas retratadas simplemente están esperando. No pueden darnos ninguna otra información. Sus espaldas, sus siluetas, sus rostros, su ropa y sus poses se paralizan por momentos, al igual que en estas fotos, hasta cuando llega el bus que los llevará a su destino.
Nadie podrá saber hacia dónde miran o qué piensan. En una parada, las personas se separan del resto a pesar de que estén rodeadas por muchísimas más y no puedan moverse. Lugares donde la individualidad florece, para que por un momento, luego o antes de la rutina diaria, nos ensimismemos aunque sea por cortos minutos.
Después de todo, aunque la espera sea larga, esos momentos de soledad nunca vienen mal a nadie. Instantes en donde se pueden solucionar problemas, agrandarlos o crear otros, pensar en las ideas más creativas, resolver ejercicios matemáticos y acertijos, o simplemente, pensar en lo bonito que está el día.
























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