No hace mucho escuchaba una opinión que decía que la violencia se está volviendo incontrolable en el Ecuador porque todas las personas que incurren en el robo y asalto (en todas sus originales y variadas modalidades), sicariato, narcotráfico y violencia de la común, de la callejera y domiciliaria, han perdido muchas de las cosas con las que se sostenían para seguir en la lucha de no caer en el lado oscuro, en el fácil. Creo que de forma similar, el gobierno se mantuvo en esa lucha por algún tiempo pero se corrompió por la misma razón por la que se han corrompido los ahora delicuentes, se han perdido las bases con las que se sostenía el proyecto.
No lo niego, durante los primeros bríos de revolución ciudadana eran un defensor de la misma. Soy uno más de los practicantes de esa vieja costumbre de los ecuatorianos: dar el voto por alguien y luego, de poco o mucho tiempo, arrepentirse de haberlo hecho así. Al principio, en un debate en una clase de la universidad, emití un comentario insensato e inmaduro pero que creo siempre se apegará al futuro de la política en el país. "... y si no funciona el proyecto de Correa, le botamos como hemos hecho con todos los presidentes que no nos han contentado y que nos han molestado".
Pero parece que Correa tiene todavía a su lado mucha gente que está contenta y que no se ha molestado con ninguna de las disposiciones del oficialismo. No niego que no haya méritos en todo lo que se ha hecho, pero el problema, y lo que me preocupa, es que ahora sí, son más los errores que los aciertos y a esto se ha llegado en muy corto tiempo.
A la incomodidad se llega luego de que algo a lo que nos hemos acostumbrado se va de nuestra realidad y esa inestabilidad no genera más que una duda, una interrogación. Cuánto tiempo falta para que esa pregunta consiga una respuesta y la incomodidad tome uno de sus dos posibles estados: la comodidad o la intranquilidad, que históricamente, suele perdurar hasta causar profundas heridas.
Pero parece que Correa tiene todavía a su lado mucha gente que está contenta y que no se ha molestado con ninguna de las disposiciones del oficialismo. No niego que no haya méritos en todo lo que se ha hecho, pero el problema, y lo que me preocupa, es que ahora sí, son más los errores que los aciertos y a esto se ha llegado en muy corto tiempo.
A la incomodidad se llega luego de que algo a lo que nos hemos acostumbrado se va de nuestra realidad y esa inestabilidad no genera más que una duda, una interrogación. Cuánto tiempo falta para que esa pregunta consiga una respuesta y la incomodidad tome uno de sus dos posibles estados: la comodidad o la intranquilidad, que históricamente, suele perdurar hasta causar profundas heridas.
Un adecuado análisis me tomaría muchísimo más tiempo y sólo he decidido escribir lo anterior porque las fotos lo pedían. Porque el estado alterado del protagonista se sentía en el ambiente y no es algo que cualquier libro o tratado pueda explicar. De alguna u otra forma el protagonista es una imagen que la revolución ciudadana proyecta.
2 comentarios:
que proyecta? un carechoro en carondelet?
no es la cara: es el signo
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