UNA CONCLUSIÓN POSTERIOR.
Hay cosas que quitan el sueño, que perturban, que desconcentran, que intimidan y otras que solo traen felicidad. Pero nada es capaz de cumplir con todas esas capacidades como los traseros. Nombre tan largo para algo que llama la atención instantáneamente. Creo que por eso, en esta parte del mundo, se les ha cortado el nombre hasta dejarlos en culos nada más. Así como los foráneos ass o cul.
Aunque en realidad, son presencias que ni siquiera necesitan ser nombradas, simplemente están, aparecen y se quedan grabadas en la memoria (incluso colectiva) durante años y años.
¿O es que acaso nos hemos olvidado de ese primer culo secundario que en nuestra imaginación nos respondía las preguntas en las pruebas o nos resolvía los ejercicios?
Sí, algo así como un oráculo que insinuaba una odisea y que intentaba decirnos alguna verdad. Tanto poder han acaparado, que ahora los novios no tienen novias, tienen culitos. Gran metonimia de la juventud, la parte por el todo o todo por la parte.
Hasta la gente se queda culo. ¿ Qué relación tiene el adjetivo perplejo con esa parte del cuerpo? Creo que ninguna, pero uno puede quedarse culo viendo a otro culo sin necesidad de ningún espejo.
Y así, vivimos con esa relación, en muy pocos casos recíproca, nuestro día a día con los culos. Si vas a pegar a alguien, le vas romper el culo. Si estás hecho el rico, estás hecho el culazo. Si no tienes dinero, no tienes un culo de plata. Y solo, únicamente, dejamos de decir esas cosas cuando una mujer pasa por delante y nos hace un guiño con su mejor cara.
Y es que son parte de nuestras vidas y evitarlos sería imposible, creo que no queda otro camino que adorarlos. Alguna vez un amigo dijo: el amor es tenerle bastante miedo a alguien. Hoy me doy cuenta, cuanto miedo infunden los culos.